El silencio es humus, el sustrato donde el sonido puede crecer.
Silencio es espacio quieto.
Silencio es tiempo sin movimiento, no acción.
silencio es pausa.
Espera.
Permanencia.
En la incomodidad del silencio los sonidos mínimos nacen con fuerza.
Un silencio es algo vivo, no es tan solo ausencia, vive y existe en el binomio sonido/silencio. Uno la condición de posibilidad del otro. Opuestos complementarios necesarios. El silencio es tan rico y vívido como el sonido que lo antecede o lo sucede. Lleva consigo las marcas de los sonidos que le dieron origen y final, y todos los sentidos que las circunstancias le impriman: necesario, experiencia, paz, tensión, crisis, desconsuelo, plenitud.
En la vida en comunidad, sobre todo en las ciudades, el silencio es un bien muy escaso.
A nivel colectivo existe como acuerdo social. Escuelas, funerales, hospitales, templos y museos proponen pautas tacitas de actitud silenciosa
En las artes peformáticas y combinadas, el silencio es lo que «damos» a cambio de la experiencia. Callar otorga la posibilidad de escuchar al otro. El silencio es la condición de posibilidad del sonido y el contrato sobre el que se apoya la escucha. Nombramos como tarea activa a permanecer silenciosos: hacer silencio. Estar quietos, en silencio y atentos para recibir una experiencia.
El pacto tácito teatral, el acuerdo ficcional entre platea y escenario comienza en ese silencio.
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