El sonido se revela como lenguaje escénico cuando se organiza a partir de un pulso y un ritmo que emergen directamente desde de la trama
En el escenario las historias se desarrollan como sucesión de diálogos, hechos y acciones organizados según la estructura de la trama y a través de una determinada extensión de tiempo. Ese devenir de dichos, gestos y movimiento, propio de cada relato, compone una secuencia temporal que sugiere un pulso y una determinada velocidad en el acontecer de los diferentes eventos sonoros, visuales y dramáticos.
La velocidad de ejecución de una obra tiene influencias emotivas y dramáticas en desarrollo del universo ficcional. La misma acción, melodía o dialogo puede evocar emociones vitales muy diferentes según la rapidez o lentitud con que sea presentada, lo que inevitablemente impacta en la lectura que de ello haga cada espectador. Por tal motivo, las artes que se valen del tiempo como la música, la danza, el teatro o cualquier otra de índole performática, tienen modos particulares y diferentes de estipular y medir el tiempo de ejecución que invocará un ritmo. Y también distinta forma de comunicarlo a quienes aspiren a ejecutar la partitura o montar la obra.
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Los pulsos de una secuencia, ya sea en música, en un organismo biológico o en una escena de teatro, nunca son todos iguales en intensidad y/o duración. Hay algunos que son predominantes y condicionan también la manera de percibir a los demás. Los pulsos acentuados organizan la escucha y dan estructura a la monotonía, convierten una sucesión de pulsos en una serie vital con un ciclo y un desarrollo, que se nace en el impulso que propone un acento.
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En artes escénicas en el desarrollo de una historia o una trama encontraremos que hay sucesos o escenas que funcionan como acentos en tanto son hitos del relato.
Esos hitos o acentos, son los puntos de interés imprescindibles sin los cuales sería imposible contar la historia. Los acentos son el punto de apoyo, el impulso de la serie vital, que manifiesta los estados, emociones y caracteres dramáticos de los personajes representados.
Dramáticamente, los hitos generan pregnancia. Proponen una atracción en los sucesos previos y necesarios para que el hito suceda. Los pone en relación y genera en ellos una urgencia o “tendencia a”. Por su parte los hechos y acciones posteriores funcionan como ecos o réplicas; son las consecuencias de los hitos, y muchas veces acompañan al espectador aún concluida la representación.
MG
Un comentario en “El pulso, la urgencia y el ritmo escénico”