Dónde suena lo que suena? La respuesta a la pregunta viene pegada a cada sonido. Con cada evento sonoro percibimos una ubicación, una distancia, un tamaño, un peso, la amplitud de un espacio, etc.
En teatro, la ubicación de las fuentes sonoras opera a nivel espacial pero con influencias dramáticas. En el escenario los cuerpos y los objetos no son fijos, el movimiento, patrimonio del hecho vivo, es constante. Podemos comprender vínculos, conflictos y relaciones a partir de la ubicación de los personajes y otras fuentes sonoras en escena.
Lo que suena, además de brindar información de los espacios y situaciones del relato, mantiene la atención, dirige la mirada y estimula la emoción del espectador, cuya situación de escucha se plantea dentro de los límites de un espacio definido y en una ubicación que de alguna manera propone cierta inmovilidad. En esa escucha semi cautiva, los distintos eventos sonoros adquieren niveles de presencia o relevancia ya sea por intensidad, contraste de volumen, movimiento o ubicación de la fuente sonora.
Oír en la tridimensión de la caja escénica, es una experiencia sensorial muy diferente a la de oír sonido grabado y reproducido por parlantes, principalmente por la ubicación y procedencia de los sonidos. Ver y oír teatro filmado es una experiencia sensorialmente aburrida si la comparamos a presenciar una función.
Los equipamientos conocidos como “home theatres” apelan a la idea de sonido teatral para explicar un sistema de audio (5.1) que tiene la capacidad de reproducir los sonidos de manera distribuida en parlantes múltiples, dando al espectador la posibilidad de presenciar algo sonoramente similar a estar inmerso en una función de teatro, pero en su casa.
La multiplicidad de planos sonoros propia del teatro y las artes peformáticas, le da vividez y relieve a lo que sucede, la ubicación diferenciada de fuentes sonoras aporta otras informaciones y hace al espectador sentirse físicamente inmerso en el universo del relato.
La fuente sonora I

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